Edén al trote bastante más centrado y confiado.
El CARACTER DE LOS CABALLOS, aún teniendo en cuenta la herencía genética, viene dado por el trato que reciben en su relación con el hombre.
La relación del caballo y del hombre no debería basarse en el poder y en la dominación, sino en la colaboración y el entendimiento.
A menudo llegan a nuestra cuadra potros y caballos jóvenes que ya traen marcada la impronta negativa de sus primeros encuentros con el ser humano.
Suelen ser caballos ariscos y nerviosos; desconfiados.Caballos a los que cuesta convencer de que eso que hasta ahora les ha sucedido no tiene por qué volver a suceder.
Trabajar de nuevo con ellos, desde el comienzo, como si nada les hubiera pasado, no es facil. No lo es porque el caballo responde a la conocida ley " causa- efecto" y sus genes, que le confieren un alto grado de instinto de supervivencia, le han implantado en el cerebro un acto reflejo ante las situaciones complicadas o difíciles. Situaciones que en muchos casos son tan secillas como "dar cuerda" " tocarles las patas" o "ponerles una cabezada".
Cuando un caballo llega a nosotros supuestamente domado y montado y es dificil llevarle del
ramal o ensillarlo, damos por hecho que todo lo que le han enseñado se lo han enseñado bastante mal, Y ahí es donde comienza nuestro verdadero trabajo" empezar de nuevo". Buscando una nueva relación con el animal y que llegue a entender que DOMAR no significa DOMINAR, que domar es domesticación , confianza y colaboración.
Todo un reto la mayoría de las veces.