Desde el valle...Feliz Navidad

Desde el valle os deseamos Feliz Navidad.
Desde el lugar que veis, el mejor lugar que podemos ofreceros, os deseamos que seáis felices, al menos tanto como lo somos nosotros cuando estamos aquí.

Estas son Laura y Jarilla, hace un buen puñado de años.Laura tenía solo ocho añitos y fueron sus comienzos en la equitación.
La poni que monta en esta foto se llama Jarilla, y era una potrita joven y rebelde a medio domar, pero que enseguida hicieron una buena pareja.
Jarilla era feíta, pero tenía un corazón valiente. Tenía un pelo gris " de rata" y el cuello un poquito invertido " cuello de ciervo".
Cuando Laura se encontró hace unos días con Margarita-creo que se va a llamar así- se enamoró de ella," es como Jarilla" ,dijo, y eso fue lo que la impulsó a tomar la decisión de que se viniera a casa, a Las Beceas.

Con el tiempo Jarilla se convirtió en una valiente poni de concurso, con un corazón valiente que es lo que hace falta en un buen caballo de competición, y pese a sus limitaciones morfológicas, se movía en las pruebas de doma con una elegancia inusual; así ganaron un montón de pruebas en concursos de Completo.

Laura espera que Margarita se convierta en un buen poni y que los niños, Ibor y Vera, encuentren en ella una compañera de aventuras con el que aprender a montar y a disfrutar.Como le sucedió a ella con Jarilla.

¿ Y los premios?

¿ Qué premios?

El mejor premio que pueden tener es vivir en el valle, rodeados de caballos y contar con una profe-madre como Laura.

Nieve blanca sobre hojas rojas

Llegó la nieve.Llegó tímida y pequeña.Pequeños copos blancos que cayeron sobre las hojas rojas del espino. Como pequeñas flores de un tiempo que no es suyo.
Este año llegó un mes más tarde, con retraso y con más calma.
Quizás para quedarse.


Pero solo fueron unos momentos. Después la nieve se hizo grande; grande y señora, dueña del valle. Y nos cubrió a todos con su " silencio blanco", como escribió J. London.En Las Beceas la nieve es el sueño del invierno. Su refugio lo tiene aquí; su casa. Nosotros , mientras ella duerme,vivimos gobernados por su clemencia; a veces por su inclemencia. Pero eso nos hace sentirnos fuertes, vivos. Más vivos y más fuertes. Y atendemos a nuestros caballos con mimo y con amor.Con más ganas, más fuerza y más cariño.Sabemos que nos necesitan.

Y cuando el sol consigue salir con fuerza y se extiende sobre el valle, el paisaje se vuelve tan hermoso que no quiséramos estar en ninguna otra parte, en ningún otro lugar.
No hay otro lugar en el mundo. No tan cerca.