Eso no quita para que sea hermoso. En el valle siempre lo es. Por muy fugaz que sea iluminará todo de rojos, naranjas y amarillos. Es un tiempo estupendo para pasear a caballo. Subir a los prados altos y desde allí divisar el valle extendido a nuestros pies. Y para internarse en el bosque, los robles aguantan las hojas hasta muy avanzado el invierno. El otoño en el valle es un paseo inolvidable.
Por eso la gente vuelve a visitarnos. A estar con nosotros y con nuestros caballos.
Para los que están lejos, para los que están cerca...