De repente, una mañana, sin avisar, el viento del otoño recorrió el valle y trajo el frío que debió haber llegado hacía ya tiempo. Y los árboles emprendieron la carrera de los colores; y todos enrojecieron.
La nieve ya está en las cumbres. El otoño terminará casi sin haber sido.
En tres o cuatro días el valle se ha vuelto rojo. Como nos gusta verlo durante el otoño. Aunque sea un corto otoño.
El invierno acecha, como si fuera un lobo blanco de frío y nieve, deseoso de atraparnos en sus fauces de hielo y frías noches.
Pero aún nos quedan unos días, pocos, pero mientras duren disfrutaremos del vuelo de las hojas y de los grandes castillos de nubes grises movidas por el viento. Y del huir de los corzos.Y de los senderos del bosque, que son nuestros y nosotros suyos.
Claro,ya se sabe, todo esto montados en nuestros caballos.
Esta foto la pongo porque sé que siempre os gustó mucho.
La verdad, no es nuestro valle. Pero no importa.
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